Rock alrededor del Bajón

[Nota de Pablo Schteingart publicada en Rolling Stone en marzo del 2000. Acceso al enlace original]



Después de mil y un tropiezos, Menos que Cero edita un compilado con lo mejor de su obra.

Hace más de cinco años, cuando Menos que Cero comenzaba a lucir sus canciones vibrantes y prolijas por los galpones del under porteño, la banda parecía avanzar a paso firme y seguro y era difícil imaginar que el camino iba a tornársele tan pedregoso. Pero el destino hizo de las suyas... Hace más de cinco años, cuando Menos que Cero comenzaba a lucir sus canciones vibrantes y prolijas por los galpones del under porteño, la banda parecía avanzar a paso firme y seguro y era difícil imaginar que el camino iba a tornársele tan pedregoso. Pero el destino hizo de las suyas: constantes problemas para editar discos, cambios de formación, canciones que perdían la fuerza original con el desgaste de los años y otras calamidades del mundo del rock & roll azotaron las ilusiones de los primeros tiempos. Todo mal: en Menos que Cero las cuentas siempre dieron negativas.

El cuarteto (hasta ayer trío) está liderado por Mariano Esaín, conocido por todos los que lo conocen como Manzanita. El estilo del grupo es rock de guitarras, desenfadado. Los integrantes de Menos que Cero tienen ganas de agradar, de hacerse amigos de los oyentes, pero, por ahora, la gente parece mirar hacia otro lado. Quizás el nuevo milenio traiga revanchas. Por lo pronto, acaban de editar un disco –Cualquier otro día– que los redime de tantas horas grises: un compilado con los mejores momentos del grupo, que incluye regrabaciones de gran calidad.

–¿Qué lugar creen ustedes que ocupa Menos que Cero dentro del rock argentino?

–Somos una banda de rock & roll. Nunca consideré que fuéramos una banda pop. El pop trabaja con un ojo puesto en el mercado. Y eso, queda claro, nunca ha pasado con nosotros... (risas).

–¿Será que lo de ustedes no interesó?

–No estamos haciendo algo que no pueda disfrutar el común de la gente. El rock es música popular. No es para una exposición de pintura. Me chupa un huevo la fama o la vida de rock star. Sí me interesa que los temas sean escuchados por la mayor cantidad de gente posible. El rock le ha salvado (o cagado) la vida a muchas personas, pero por lo menos te abre la cabeza. Uno aspira a que con las canciones de uno le suceda eso a otra gente.

–¿Todavía creés que el rock sirve para algo?

–El rock no propone soluciones. Pero te despierta del letargo de nacer, estudiar, trabajar, morir... Te salva de esa mediocridad, aunque a mí no me ha salvado de deprimirme... (se ríe).

–El grupo se llama Menos que Cero; el disco, "Cualquier otro día"; las canciones: "Días muertos", "Todos los días grises", "La suerte está echada"... No suena muy, digamos, jubiloso…

–Hablo de lo cotidiano, de la rutina, la inercia, la melancolía... La música crea el clima, y luego la letra lo explica.

–¿Nunca te pasó estar cantando "Todos los días grises" después de haber pasado una semana de todos los colores?

–No. En todo caso, al revés: para mí tocar es una catarsis, una liberación. Me gusta la transparencia: ver un show y entender lo que les pasa a los músicos. No somos un grupo cool en el escenario. No me gustan mucho los grupos que actúan una pose. Para mí, el rock no es una obra de arte de museo: me gusta la gente que expone sus miserias (o sus alegrías) en vivo.

–¿Cuándo te diste cuenta de que esa parte del rock era la que te atraía?

–En 1985, mirando por la tele un show de Charly García, en un festival en Vélez. Fue la primera vez que pensé que lo bueno de un show iba más allá del sonido, de la música, de los estilos, de los temas. Lo importante era la actitud de la persona. Para mí eso es básico: que el nuestro no sea un grupo distante. No podría evitar mostrar lo que me pasa.

–¿Y qué te pasa?

–Trato de mantener ese espíritu del rock. Tiene que ver con la cultura, y en la segunda mitad del siglo xx, en el mundo occidental, el rock se hizo cargo de eso.

–¿Dirías que ese mismo espíritu puede haber existido también en el siglo xii en Australia, por ejemplo, y que seguirá existiendo dentro de cincuenta años con otro nombre en vez de rock?

–Sí: yo lo siento así. Me gusta el costado místico del rock. Me gusta pensar que el espíritu del rock despierta a cierta gente. Me parece más romántica una vida de idealismo como la del rock & roll, aunque algunos terminan arruinados de una manera patética.

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